viernes, 5 de julio de 2013

Cuando Las Pantaletas Se Sequen - Vestigio XIII: Lágrimas Bajo la Luz de la Luna

Capítulos Anteriores 
I. Fotogramas
II. Naturaleza Muerta
III. Canto de Sirenas
IV. La Rosa Deshojada
V. ¿Más Allá? ¡No, Aquí y Ahora!
VI. Hermosa, Pero Con Espinas
VII. Sacrilegio
VIII. Pasado, Presente y... ¿Futuro?
IX. Solo Vienes, ¡Solo te vas!
X. Un Martini para el Infierno
XI. Perfección
XII. Trepadora

Elsy continúa luchando por su vida, en medio de una persecución sin tregua. Scarleth no puede seguir ocultando su trauma.


Cuando la desgracia toca a nuestra puerta, solemos escondernos en lo más profundo de nuestras casas, como cuando vienen los chamos de CORPOELEC a cobrar, pero aún así sabemos que nos van a cortar la luz. Scarleth trata de refugiarse de su propio dolor, aunque sabe que no puede. Una vez más lo ha intentado y no lo ha logrado. Llena de frustración, se sienta de un lado de la cama, cabizbaja y pensativa. Carlos se percata: algo no va bien con su novia.

-¿No has podido?

-Perdóname, Carlos, hoy no estoy dispuesta.

-¿Cómo que no, amor, pasa algo?

-Es que… bueno, tú sabes como nos ponemos las mujeres cuando…

-¡No, no es eso, tú me dijiste que te vino hace 5 días!

-No, no es…

Las fuerzas no le dieron para mucho más a la diva HOT. Desfalleció repentinamente en los brazos de Carlos, quien como pudo la llevó hasta el Barrio Adentro que quedaba en la bajada de su casa.

Por otro lado, Elsy seguía huyendo de su agresor. Las piernas casi llegaban a un colapso por la velocidad con la que corría, digna de un maratón. Ya iba por el Solidario. Iba a buscar ayuda donde su amiga Ivana. Los hombres de seguridad de la mansión Garnier detendrían con facilidad a ese asesino. Después de mucho esfuerzo, había conseguido darle un muy buen adelanto de camino al asesino, y estaba frente a la reja del hogar de la magnate. Tocó desesperadamente su puerta, gritando:

-¡Ivanita, es Elsy, por favor, ábreme!

No hubo respuesta de ningún tipo a las plegarias de la docente. El asesino estaba acercándose frenéticamente, no podía darse el lujo de quedarse quieta. Y lo peor de todo es que, rodeada de gente, nadie se atrevía a echarle una mano. Todos le tenían demasiado miedo al asesino como para atreverse a interceder. Nadie estaría capacitado para defenderla… ¡Eso! Llevaría al asesino hacia una trampa. Emprendió el retorno aparente a la universidad, como pudo. Sin embargo, cuando iba por la puerta, sigue de largo y continúa hasta la Guardia Nacional, pensando que ahí podrían ayudarla. Un hombre de mediana edad, calvo y con muy mala cara estaba en la entrada. Elsy, jadeando y desesperada, le suplica:

-¡Tiene que ayudarme! ¡Un criminal me está persiguiendo!

-¿Cuánto hay pa’ eso?

-¿Cómo? ¿Usted me va a cobrar a mí por hacer su deber?

-¡Ya sabes cómo funciona la cosa en este país mami, si no le sueltas a la matraca no hay justicia!

-¡No, vale, señor! ¡Me quedé limpia con lo del cambio de aceite del carro! ¡Te los pago más luego, pero aprehende a ese delincuente!

-Lo siento mucho, yo me quedé limpio ayer en el Época y necesito plata, que ya la mujer me está pidiendo para los pañales de los chamitos y las medicinas de la suegra… Y si no me vas a pagar, mejor échale pierna, que ya ese tipo, tipa o lo que sea viene por la esquina, caray, qué sombrero tan grande carga…

-No, por favor, no…

Y con todo el descaro del mundo, el Guardia Nacional le cierra el portón del cuartel a Elsy en la cara, mientras a la pobre no le queda de otra que emprender la huida nuevamente hacia el peaje, mientras casi la van agarrando. En la esquina, no le queda de otra que agarrar un taxi, al cual le ordena irse hasta Maracay. Cierran la puerta del Astra rojo, justo antes de que el asesino agarrase la manilla. Un rato más adelante:

-Señora, ¿me podría pagar de una vez?

-Ay chico, el cielo está como que bonito, ¿no?

-No tienes un centavo, ¿verdad?

-No, pero Dios te lo va a pagar-dice Elsy con una sonrisa en el rostro. Un momento Elsy estaba en el carro, y al otro estaba de patitas, en medio del monte de la carretera. Más adelante, En el hospital, finalmente Scarleth despertó.

-Al menos no te perdimos, mi amor.

-Carlos, no me siento bien…

-Ah, amor, él es el doctor que te atendió, se llama Alfredo T. Mata, y quiere hablar contigo a solas.

-Dale, rey. Hasta luego.

Scarleth se quedó viendo al doctor. De piel morena, contextura musculosa, y con acento claramente cubano. Por un momento pensó que la iban a ideologizar de una, pero el doctor puso cara seria y le preguntó quién le había hecho esa maldad.

-¿Cuál maldad?


-Sé que el haber sufrido una ablación de clítoris es motivo de vergüenza para las que la sufren, aunque si no hablas, será más difícil-El problema es que Scarleth no podía hablar, porque ese precisamente fue el motivo de su desgracia. Pero ya no podía seguir callando. Los únicos testigos de sus impotentes lágrimas fueron la Luna y el doctor, que con su silencio, comprendía.

¿Logrará Scarleth superar esta terrible experiencia?
¿Podrá Elsy salir de esta?
¿Fue este el capítulo más ilógico de toda la novela?

¡Otra alma es reclamada por el (la) asesin@ en el capítulo 14: Demasiado Inteligente Para Vivir!

Cuando Las Pantaletas Se Sequen - Vestigio XII: Trepadora

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I. Fotogramas
II. Naturaleza Muerta
III. Canto de Sirenas
IV. La Rosa Deshojada
V. ¿Más Allá? ¡No, Aquí y Ahora!
VI. Hermosa, Pero Con Espinas
VII. Sacrilegio
VIII. Pasado, Presente y... ¿Futuro?
IX. Solo Vienes, ¡Solo te vas!
X. Un Martini para el Infierno
XI. Perfección

Ahondaremos en el pasado de Ivana: ¿Cómo llegó a tener tanto dinero? Contrario a lo que parece, no siempre fue una señora respetable como lo es hoy en día. Un descubrimiento puede cambiar el rumbo de toda la novela.


Ivana estaba feliz. Al fin, tantos años de dolor quedarían atrás para siempre. La  vida le daba una nueva oportunidad de ser feliz, al lado del hombre que amaba. Y pensar que hace tan sólo unos meses se moría por ese cuerpo e Yuca de Eduardo. En unos días sería la feliz boda. Es un hombre de buenos sentimientos, con ganas de superarse cada día más, filántropo, y… ¡Al diablo! El viejo tiene plata, y billete mata galán.

El gran día llegó. La Iglesia estaba ornamentada hermosamente. Y mira que no escogieron cualquier iglesia, escogieron el Templo de la Divina Pastora, en Barquisimeto, para celebrar la unión de ambos. La exótica arquitectura de la Catedral era opacada por el vestido que cargaba Ivana ese día, digno de Lady GaGa. Se vistió con una creación del para entonces vivo Alexander McQueen (sí, real parejo tenía el viejo) que mezclaba 4 texturas distintas, y cuya cola tenía que ser levantada por 15 doncellas, y aún así un pedacito del vestido era pisado por los carros que pasaban por la calle del frente, con unos zapatos que parecían sacados de Bad Romance. El peinado, era un afro más vaporoso que el ego de Paulina Rubio.

Apenas la novia puso un pie en la Catedral, todos los presentes hicieron silencio ante la manifestación que se había dado lugar dentro del templo. La Pastora, desde su altar, manchaba sus inmaculadas vestimentas con lágrimas de sangre. Ivana sabía por qué estaba indignada la imagen, su vida no había sido precisamente un sendero de santidad. Ella conocía muy bien su pasado, así como de todas las cochinadas que hizo (y de las cuales no se arrepentía, aún a unos minutos de entrar a la iglesia se quedó buceándose desde el carro matrimonial a un catire que iba cruzando la calle, que había resultado ser Gabriel Coronel, actor nativo de la localidad, participante de Somos Tú y Yo y protagonista de la novela Relaciones Prohibidas, y le iba a ofrecer sus servicios de a gratis, pero no podía porque si metía la pata, jamás se lo perdonaría).

Por un instante, sintió vergüenza de haberse entregado tantos años a la lascivia, y su corazón casi era tocado por el arrepentimiento. Pero como era costumbre en ella, rápidamente se le pasó la culpabilidad, y soltó una risita recordando lo mucho que había gozado con lo vagabunda que fue.

-Señora, ¿a qué se debe su risita, no ve que la Virgen está llorando?

Se dio cuenta de la gran puesta de torta que había cometido. Pero, como todas las víboras, Ivana era astuta, y siempre tenía un as bajo la manga (bueno, de hecho, siempre carga un baby doll bajo la blusa, pero ustedes entendieron). Repuso la conversación al instante:

-Ay padre, no fue una risa, fue un gimoteo. Disculpe, es que estoy demasiado conmovida, la virgen misma llora de emoción al ver que una devota Suya como yo va a entregarse en el Altar…

-¿La Virgen lora lágrimas de sangre por alegría?

-Imagínese, señor, así estará pujando para llorar que el agua de las lágrimas se le agotó. Es que la alegría en el cielo es grande cuando una mujer de Dios halla la felicidad en esta vida…

-A mí me está pareciendo lo contrario, señorita Solano…

En ese momento, Ivana saca un fajo de billetes de Bolívar, y murmura sin que vea el novio ni el resto de los presentes en la Catedral, demasiado impresionados ante el prodigio que la efigie canonizada estaba realizando como para prestarle atención a una conversación que seguramente era de lo más cotidiana (no tenían idea de lo que se estaban perdiendo):

-La virgen está tan feliz, que hoy se puso bonachona y quiere regalar bendiciones a todos los hijos de Dios, y me está usando a mí para que le dé estas 50 tablas por decirle a su pueblo lo feliz que está por mi presencia…

Sin pensarlo 2 veces, el hombre se mete los billetes bajo la sotana, y da inicio a la boda:

-La Virgen manifiesta su regocijo en el Señor, a través de estas lágrimas que derrama su imagen. Hoy una Hija de Dios, Ivana Solano, decide contraer matrimonio con el Hijo de Dios, Marcel Garnier… ¿Acepta a Marcel Garnier como su consorte, honorable señorita?

-¿Señorita? ¿Quién? ¡Ah sí, es conmigo jeje! ¿No entendí, cómo que consorte? Vine acá por un marido, no por un repuesto para la camioneta de mi hombre…

El cura respira profundo, y pide al cielo paciencia. Repite: ¿Acepta usted a Marcel Garnier como su compañero de vida en la salud y en la enfermedad, en la prosperidad y en la sequía, en la riqueza y en la pobreza…?

-Ah no, mijo, yo le aguanto todo, pero se llega a quedar limpio y me busco… perdón, ¡Sí, sí, acepto!

-¿Y usted, acepta a Ivana Solano como su compañera…? ¿Sí? ¡Los declaro marido y mujer!

Ha pasado un año desde estos sucesos. En la actualidad, Iván Alonso, quien se cansó de la mediocridad de la UPTA y se fue a estudiar química con Stefani en una Universidad más decente, trabajaba como bioanalista del CICPC, que clandestinamente ordenó la autopsia del cadáver de Marcel Garnier, ante la inesperada y sospechosa llegada de Ivana al país, específicamente a gastar escandalosamente la fortuna que su marido le dejó luego de su misteriosa muerte por paro cardíaco, en la compra de una Universidad que aportaría más a la sociedad como casino.

-Stefani, pareciera que a este hombre jamás le hicieron una autopsia.

-¿Qué raro, no? Este informe médico dice que murió de un infarto de miocardio.

-Algo me dice que esa autopsia es más falsa que profesional de la UPTA graduado cum laude. 

-Iván, mi amor, conozco tu manera de hablar. Terminaste. ¿Eso significa que…?


-Sí, en efecto, mi compañera. He hallado restos de cianuro en sus arterias. El cianuro es un veneno que, usado progresivamente, lleva hasta al más bravo a su muerte segura. Este hombre fue asesinado. 

¿Estarán relacionados el deceso de Marcel con el retorno de Ivana a la UPTA?
¿Tendrá que ver Ivana en la muerte de su marido?
¿Por qué carrizo se me ocurrió meter a Gabriel Coronel en esta novela?

En el capítulo que viene, se retomará la historia de Elsy y se resolverá una que otra duda...

Cuando Las Pantaletas Se Sequen - Vestigio XI: Perfección

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I. Fotogramas
II. Naturaleza Muerta
III. Canto de Sirenas
IV. La Rosa Deshojada
V. ¿Más Allá? ¡No, Aquí y Ahora!
VI. Hermosa, Pero Con Espinas
VII. Sacrilegio
VIII. Pasado, Presente y... ¿Futuro?
IX. Solo Vienes, ¡Solo te vas!
X. Un Martini para el Infierno

Una vez más, los estudiantes de Trayecto III logran agotar la paciencia de Elsy. Pero el destino quiere que hoy se caigan las máscaras. Jerly enfrenta su destino por sus faltas académicas.

-Muchachos, esfuércense por favor: ¿Para qué es esta línea de código?

Casi se escuchaba el grillito de las películas cuando Elsy repetía una y otra vez esta pregunta a los compañeros de Jerly. Era la tercera vez que lograba dejar en silencio a todo un salón de clases en la misma lección. Frustrada, salió del salón hasta el cafetín a tomarse un café.

¿Qué tanto era exigir un poco de perfección en sus estudiantes? Cavilaba en sus pensamientos mientras veía el humo brotar de su taza de café. En la negra superficie de la bebida, las dudas de Elsy se perdían mientras trataba de recordar lo que la motivaba a seguir dándole clases a esa cuerda de brutos de la Universidad. El amor a la profesión es una gran fuente de energías, que todos los días le proporciona a Elsy el valor y determinación que necesita para luchar por formar a los nuevos profesionales que trazarán el futuro del país y… ¿A quién engañamos? No hay más trabajo en La Victoria y no puede viajar a Maracay, así que por eso es que aguanta tanta tapadez.

Y hablando de tapadez… ¿No iba a haber ese día una inspección evaluativa de docentes? El café se lo tomó de un solo zampazo, para disponerse a correr hasta el laboratorio. Para cortar trecho, se fue por la malpodada grama del comedor. En una de esas, metió el pie en un hueco de tierra y se embarró hasta el alma con la… caquita de los perros de la Universidad. De paso se le ocurrió usar pantalones de vestir blancos ese día. Cuando creía que las cosas no podían estar peor, de la nada el aire empieza a oler a formol. Frenéticamente intentan agarrarla por la espalda, en un ataque cobarde.

-¿Qué? ¿Quién…?

Elsy trata instintivamente de voltear para ver a su agresor, pero no puede por el agarre que le tienen puesto. Lucha y forcejea, pero la persona es mucho más fuerte que ella.

-Mentalidad de programadora, Elsy, Mentalidad de programadora: si no es con los brazos, ¡es con los codos!-murmura en su mente la profesora más sensata de la Universidad, mientras le tira un solo codazo en la cara al secuestrador y le da el rostro. Una apariencia extraña se le figura: usa un sombrero de ala ancha de color negro, a juego con una gabardina que le cubre completamente. Usa unas botas Vikingo que le quedarían grandes hasta a un payaso, y ni el color de sus manos se aprecia, por los guantes de cabritilla que usa.  La persona está aturdida por el golpe, tratando de taparse el rostro y huir. Los lentes tukkis que tapaban su rostro están rotos y en el suelo.  Debe desaparecer de la escena urgentemente. Sin embargo, al fin los perros de la Universidad hacen algo productivo. El asesino se resbala con la misma travesura que pisoteó Elsy, pero cae de bruces boca arriba. Es inútil esconderse más. No era posible, ni congruente, ni siquiera lógico. ¿Cómo podía ser esa persona la mente criminal detrás de todos los asesinatos de la Universidad? Y aún más importante, ¿Por qué a Elsy?

-¿Tú?

Todo esto pasó en una fracción de segundo. Se había descuidado y lo sabía. Este error le saldría caro: Ya una persona sabía quién era, y disimular no iba a servir de nada. La muerte tenía que ser rápida y limpia. Para ello, es bueno cargar un arma de acción certera. El asesino se saca una daga de la pantimedia (OK, ¿qué clase de asesino usa pantimedias?) y trata de hundir la hoja en la humanidad de Elsy, que no será presa fácil, pues ha aprendido a moverse muy bien en las clases de salsa casino de Alfredo. Pero el espacio se cerca a medida que se aproximan al comedor, además, no había nadie a esa hora, y ante ese experimentado asesino, era mejor salir corriendo por un lado.

Los árboles parecían desplazarse rápidamenta hacia atrás, mientras la perspectiva del frente se acercaba más en sincronía a la carrera de Elsy y su perseguidor. Pero era la carrera de su vida. No podía perder. Quizás por la desesperación del momento, a la bella profesora no se le ocurrió ir hasta la caseta, o porque ni ella se aguanta al viejo Máximo, que estaba de turno en ese momento. Hasta la muerte era preferible a calarse un sermón de ese señor. Debía brincar por la cerca de la Universidad. Como fruto de la adrenalina, lo logró, dio un salto de fotografía que la dejó en la parte superior de una de las columnas del ya agrietado cemento que aún tiene las letras IUT del antiguo Tecnológico, que no desaparece ni de los letreros de las camioneticas de pasajeros. Logra bajarse justo antes de recibir el filo del puñal del asesino, que choca contra la pared. El destino de Elsy se quedará en veremos por ahora, porque el curso de esta historia se desplaza a Palo Negro, donde Jerly estaba con su madre, en el lavadero de la casa.  

-¿Castigada?

-Sí, no me gustó que rasparas proyecto, te estás descuidando mucho en los estudios, así que te voy a hacer saber hoy lo que es la vida sin estudiar, empezaremos por ayudarme a exprimir y guindar los blúmer en la cuerdita del patio.

-¿Cuándo, mamá, cuándo será el momento en el que podré vivir libremente para amar, para sufrir, para gozar…?

-¡Ah, no, Jerly, déjalo hasta sufrir, que yo no voy a aceptar que un día de estos me llegues con una barriga!

-Mamá, no me refería a eso. Estoy cansada de esta situación…

-Mija, yo también estoy cansada, pero no es mi culpa que los reales no nos alcancen para comprar la secadora que sacaron en el HiperJumbo, así que prepare esas manitas que no las ha querido usar ni para programar…

-¡Mami! Me estás evadiendo. Estoy cansada de que me trates como si fuera una niña chiquita, ya soy toda una mujer, y quiero saber: ¿Cuándo, cuándo llegará el día en el que tenga el control sobre mi vida, sobre mi destino y sobre mi corazón?


-Hija-dice la mamá de Jerly, sosteniéndola por el hombro y mirando fijamente hacia el horizonte a través de la ventana de la casa- Cuando las pantaletas se sequen.

¿Hablará Elsy de la identidad del (a) asesin@?
¿Logrará tan siquiera escapar?
¿Serán las pantaletas de Jerly de hilo o bota ancha?

¡No puedes dejar de leer el capítulo que viene!

Cuando Las Pantaletas Se Sequen - Vestigio X: Un Martini para el Infierno

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I. Fotogramas
II. Naturaleza Muerta
III. Canto de Sirenas
IV. La Rosa Deshojada
V. ¿Más Allá? ¡No, Aquí y Ahora!
VI. Hermosa, Pero Con Espinas
VII. Sacrilegio
VIII. Pasado, Presente y... ¿Futuro?
IX. Solo Vienes, ¡Solo te vas!

En este capítulo entramos a la mente criminal: conoceremos los pensamientos de la persona responsable de todos los hechos de sangre de esta historia, e inclusive da indicios de los asesinatos que todavía no se narran.

Bartender, quisiera una copa de Red Victory. Victoria Roja. Qué nombre más idóneo para un trago con el que quiero celebrar el logro de mis cometidos. Y nadie siquiera ha sospechado que se trata de mí.

Analy fue divertida de matar. Quizás no tanto como otras personas, pero me dio un buen rato de risas. A la verdad, el timbre de sus gritos es muy dulce, como una canción de amor. La sangre corría por sus muñecas de una manera francamente hermosa. Parecía una poesía ver como la vida se desprendía progresivamente de ese cuerpo.

Lo de la señora del comedor fue personal. Esa señora trataba a todo el mundo como si fueran cochinos de carga. “Pasen adelante, caballeros, se les agradece, vayan avanzando”, esa maldita cantaleta que ya me tenía hasta la coronilla. Siempre pidiendo que pasáramos adelante, como si siempre hubiese un más allá. Las cosas no son más allá, mi querida señora, son aquí y ahora. O bueno, ahora usted sí pasó adelante, se ha mudado del más acá, al más allá. Algún día nos encontraremos y tendrá la oportunidad de agradecérmelo.

Es absurdo como un animal puede ser más querido que una persona. Sí, hablo de La Polla, no disfruto las muertes de animales, me fascina ver a personas morir, pero valía la pena deshacerse de ese animal. He hecho tantos esfuerzos para ser popular, y sin embargo, un animal que no hace más que pupú, pipí y aparearse cuando está en celo es querido por todos los estudiantes de la UPTA, no es justo. Tenía que salir del camino. Era un obstáculo, ¿O no? En todo caso, lo bueno es que murió, como también el Chino.

Luis no tuvo vida ni siquiera para morirse. Fue fácil doparlo, lo difícil fue cargarlo. Eso es mentira, ese chamo no es 100% músculo, eso es puro tetero e mondongo. Pero igual ver una vida extinguirse no tiene precio, conseguí una buena silla en la casa Bolívar, y esperé a que se despertara, para patearla y verlo retorcerse por la falta de aire. Lo único que me extraña es ver la correa aguantar a ese mastodonte, e ignoro totalmente sus súplicas y el lagrimeo de sus ojos. Es fascinante la manera en la que las venitas se marcan por sus globos oculares hasta que su cianosa cara pierde toda expresión.

La llegada de la Ivana esa es perfecta para mi venganza. Digamos que tenemos un conflicto personal del pasado. Reconocería esa fealdad y esa falta de delicadeza en el trato a donde quiera que fuera. Si tuviera que pensar en alguien que debiese morir para que todo apuntara a la nueva Rectora de la UPTA, el blanco perfecto sería Eduardo. Irónicamente, lo hice morir de rodillas, pidiendo perdón, sobre una fila de cuchillos de cocina. Era eso, o tocar su cabeza con la plancha al rojo vivo que coloqué en su cabeza. El muy cobarde prefirió desangrarse lentamente y morir humillado antes que quemarse con el ardor de sus culpas.

Pero mi compasión es muy amplia, y por ello, no podía dejar que Eduardo muriese solo. Me llevé a un amigo suyo para que le acompañara en su viaje al otro mundo.

Leonel más temprano que tarde representaría un peligro para mis planes si lo llegaba a dejar con vida. Miró lo que no tenía que mirar. A la verdad, este es un hobby que no es apreciado por todo el mundo. ¿Qué diría la policía si se entera de que soy responsable por tantos delitos? Es mejor que se quede en secreto. Por mirón, le saqué los 2 ojos con una cuchara. Por metido, lo metí en una caja y lo dejé encerrado desangrarse por las órbitas hasta morirse. Era demasiado excitante escuchar cómo se quejaba y lloraba.

Ramón tenía que salir del camino. Si seguía ahí, en el medio, rápidamente iba a ser un factor determinante en mi descubrimiento.  Ángela, Ángela, Ángela. Su estupidez me vino en un muy buen momento. Ella es un chivo expiatorio perfecto. Irá a la cárcel, pagará 30 años, y seguiré con mi vida y mi trabajo.

¿Anderson? Anderson no fue obra mía. Aunque me hubiera encantado, el autor del delito tiene un estilo envidiable. Mira que arrancarle el corazón, y enviárselo a Libán por correo, es algo de mentes geniales. “Libán, mi corazón es tuyo”. Una consigna excelente para  coronar esta obra de arte que las mentes atrasadas a las nuestras llaman crimen. Jamás se me hubiera ocurrido algo así, aunque me da ideas para el futuro. ¿Qué cuando dejaré de matar? Solamente dejaré de matar, el día que yo muera. Este es el oficio que amo, y lo que mejor sé hacer. Llevo el crimen en la sangre, tal como el estigma de la incomprensión por parte de la sociedad.

En cuanto a Mario, tenía que morir. Me dio la gana de que muriera. Nunca me cayó bien, era muy inteligente, programaba criminal. Admito que era mejor que el difunto Azócar del que tanto me habla Jerly en clases. Pero si él podía, ¿Por qué yo todavía no sabía programar? Dicen por ahí que si alguien es una amenaza para ti, debes erradicarlo lo más pronto posible. Un principio maquiavélico que yo acepto como mío. Por cerebrito, bueno, creo que está claro qué órgano le saqué.

Gracias, mesero. Ahora quisiera que me trajera un Martini. Quiero hacer un brindis por el infierno, ahora lleno de almas. Están en deuda conmigo, he agregado muchas más personas a la lista del Hades, y sigo envuelto en las sombras de la impunidad. ¡Analy, señora del Comedor, Polla, Luis, Eduardo, Mario, Ramón, este trago es por ustedes!

 Y nadie sabe, ni sabrá, que en realidad todo el tiempo fui yo. Bueno, en realidad, me descubrieron Scarleth y Elsy. Pero Elsy está fuera de combate. No se ha sabido de ella en semanas. El miedo se la debe estar comiendo en estos instantes. Y no la culpo, su familia estaba en mis manos. No hablará, puede vivir, pero quiera Dios que no me la vuelva a encontrar, porque quizás tendrá el honor de reunirse con los otros. Por su lado, Scarleth tampoco se encuentra demasiado dispuesta a contar lo que sabe. Cortarle el clítoris fue como quitarle la mitad de su vida. Hasta para mí eso fue cruel, pero no me puedo dejar descubrir por nadie. Ella sabe que le quitaré la otra mitad de su vida que le queda si llega a confesar lo que sabe.

El miedo es un arma muy poderosa. Puede comprar voluntades, gobiernos, fortunas, amor, pasión, y todo lo que he conocido en esta vida. Mi coartada es perfecta, no tengo que temer. Soy genial, soy invencible, soy…

¿Cuál será la identidad del (o de la) asesin@?
¿Cómo llegó Elsy a descubrir al(a) asesin@?
¿No estaremos agradecidos con el (o la) asesin@ por haber matado a la Polla?

Últimamente, la historia ha asumido una atmósfera oscura y asfixiante, por favor, entiendan que esto es normal cuando las historias maduran. ¡Pero el Capítulo XI será el regreso a las escenas graciosas!

Cuando Las Pantaletas Se Sequen - Vestigio IX: Solo vienes, ¡Solo te vas!

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I. Fotogramas
II. Naturaleza Muerta
III. Canto de Sirenas
IV. La Rosa Deshojada
V. ¿Más Allá? ¡No, Aquí y Ahora!
VI. Hermosa, Pero Con Espinas
VII. Sacrilegio
VIII. Pasado, Presente y... ¿Futuro?

Una mente confundida comete un error crucial que puede costarle el resto de sus días. Otra persona más se suma a la lista negra.


 Todo está tan borroso. Pero aún así ella reconocería las calles de La Victoria aledañas al Morichal. La mente no está funcionándole muy bien, quizás es por el estrés con Ingeniería del Software. La Universidad nos ha dado con todo este trimestre.

La pobre solo sabe que debe seguir corriendo, es como un instinto, como el que tenemos todos los hombres de matar a Justin Bieber apenas prendemos la radio y escuchamos Boyfriend, o nuestra hermanita ignorante le da al botón Repetir mientras escucha Never say Never. Algo le dice que las respuestas a todo las tiene ese individuo de mirada cristalina que huye de ella, por una razón que ni ella misma sabe.

-¡Ramón, espera, por favor, ayúdame!

El chapoteo de los zapatos de Ramón cuando va pisando los charcos del camino es el único sonido que le responde a la jevita. Ya llevan unos minutos corriendo, pero ¿Cómo es posible que ni recuerde la razón de esta persecución? No importa. Tiene que cumplir con su cometido. La muerte es una dulce madre, que nos quiere envolver entre sus brazos. Lo único seguro que tenemos en esta vida, la única que nos espera toda la vida, hasta que nos damos cuenta de que es nuestro primer y único amor, y a ella regresamos, para perdernos en su negro regazo por siempre de este asqueroso mundo.

-¡Ramón, te lo suplico, explícame! ¿Qué hacemos aquí?

-¡Por favor, no me mates!

No para el juego del gato y el ratón. Ya van a llegar a la altura del Río Calanche, como llegando al supermercado de la atalaya de roja y ovalada corona, ataviada con unas estilizadas C y M, pero todavía en el cruce de la esquina. Ella te ama, ella es la verdadera Omnipotente. La Santa Madre es la única capaz de hacerte olvidar ese amor de toda la vida que no te has podido arrancar del alma. No hay otra como la Santa Madre para escapar de las amarguras que te ofrece el mundo cuando has metido la pata hasta el fondo y los problemas te tienen acorralado. La Santa Madre te tiende la mano cuando no hay salida, como un lúgubre ángel que le da punto y final a todos tus…

¿En qué está pensando? Ella es cristiana. La Muerte es la consecuencia y paga del Pecado, en ninguna manera debe abrazarla, a lo único que debe permanecer abrazada es a la Roca, única esperanza de vida, salvación y…

¿Qué Dios es ese que te manda a este mundo para sufrir?: te enamoras solo, y se burlan de ti, unas personas botan la comida, mientras otros sufren para ganarse una taza de arroz al día, los placeres son efímeros, y los dolores se vuelven eternos, tocando como un arpa las fibras más sensibles de tu interior en medio de la enfermedad y la vejez te roba la belleza con la que naces, haciendo tu piel arrugarse, tus facultades opacarse y tus capacidades minimizarse. Ahí está ella, tocando a tu puerta. Quiere salvarte. Quiere salvarnos a todos. Todo lo que tenemos que hacer es entregarnos a ella…

¡Aléjate de Mí, Satanás! Es lo que ella se repite mentalmente como un mantra, tratando de luchar contra esa diabólica fuerza que se apodera de su ser, que ni ella misma entiende. Ha sido una chica normal toda su vida, pero esta madrugada, esta madrugada no tiene ni sentido: ¿Qué hace en La Victoria? Debería estar durmiendo en Cagua. ¿Por qué persigue a Ramón, qué respuestas desea obtener de él? Y lo más importante: ¿Por qué todo se ve tan borroso?

La madre la ha llamado. Ha conocido su amor, sus intenciones de salvarnos de esta vida tan sádica y horrible. Una vida tirana que te condiciona, y te empuja como gente en la cola del PDVal que hacen de vez en cuando en el estacionamiento del Tecnológico. La Muerte te ha salvado, pero antes, quiere que salves a la mayor cantidad de gente posible… ¿Qué es lo que le pasa?

Las peores batallas son invisibles. Eso lo sabemos todas las personas. Nuestro corazón no es gobernado por un solo monarca: como un Alto y un Bajo Egipto, hay dos conciencias que luchan por salir a flote. Las voces de la mente de Ángela hablan estrepitosamente:

-¡Acciona el gatillo!

-No, no lo haré…

-¡Acciónalo!

-No es mi naturaleza, y jamás lo será. Soy una hija de Dios, y no voy a…

-¡Acciona el gatillo!

-¡Jamás! No soy una asesina…

-¡Sabes que quieres!

-Que no lo…

-¡Acciónalo!

Bang. Un sonido que solamente son cuatro letras, pero que resumen la agonía de sentir cómo tus vísceras son desgarradas por el vuelo de una bala que surca a través de tu humanidad, y la tortura de desangrarse como una chama en sus días, solo que mucho peor. El rojo sangre teñía rápidamente las ropas de Ramón, mientras sus gritos dolorosos harían temblar al mismísimo Vin Diesel. El chico da unos pocos pasos más, antes de resbalarse y caerse al Río Calanche. Las aguas están crecidas por la lluvia, y el violento flujo se lo lleva por delante. Sola la gente viene al mundo, solo se va. Lo ha salvado. ¿O no? Sus pensamientos son el desorden de un laberinto, ni ella misma logra entenderse. O sí entiende. Entiende que debe escapar, pero cuando se dispone a ello. Logra divisar la luz. No la luz que la Madre prometió, era una luz de faro. Había un montón de policías rodeándola. La principal se acerca en medio de la estupefacción de la joven, le pone las esposas, y dice:


-Soy la oficial Barranco. Ángela Marcano, queda usted detenida por homicidio calificado.

¿Contra quién peleaba Ángela en sus pensamientos?
¿Por qué Ramón era perseguido por Ángela?
¿Qué clase de oficial de la policía se puede llamar Barranco?

¡Al fin, los eventos encauzan a la mitad de la historia, que en breve llegará!

Cuando Las Pantaletas Se Sequen - Vestigio VIII: Pasado, Presente y... ¿Futuro?

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II. Naturaleza Muerta
III. Canto de Sirenas
IV. La Rosa Deshojada
V. ¿Más Allá? ¡No, Aquí y Ahora!
VI. Hermosa, Pero Con Espinas
VII. Sacrilegio

Un frío y oscuro pasado es narrado en esta parte. La vida nocturna no es fácil. Por otra parte, una inocente es condenada por las culpas de un alma sin escrúpulos. 


Otra jornada más. La brisita de la noche cala hasta tus huesos en la esquina del semáforo. Con un vestido de los tarantines del frente de la Plaza Campo Elías, más todavía. Y es que hay que echarle ganas para, con la cuerda de delincuentes que azotan las calles de La Victoria, pararse en medio de la oscuridad en espera de un pez que muerda el anzuelo de tus mal afeitadas piernas entaconadas y te haga sacrificarte para poder ganarte el pan de cada día (bueno, con las chicas de La Fontana, más bien sería el pan de cada noche). Sin embargo, a ellas les gustaba esta vida, si no les gustara, ¿No hubieran buscado hacer algo más decente con sus vidas que venderse como el video de Mario Silva?

Los pensamientos de la protagonista de este segmento son interrumpidos por un Corolla Azul. Es un chico fornido (o con sobrepeso, a la verdad, no se sabe la diferencia), con unos lentes que se veían hasta estúpidos ante la completa ausencia de luz solar del momento. A ella no le gustan los hombres tan voluminosos, que ella despectivamente califica como “gordos”, pero bueno, no le quedaba de otra. Tenía que pagar el alquiler del sofisticado penthouse que había logrado comprarse con la venta de sus cuerpos, que pasó de ser 2 veces a la semana, a tiempo completo durante sus noches.

¿Cómo es vivir media vida? Después de haber vivido una vida en el día y otra en la noche, resulta difícil adaptarse al ritmo de una sola cotidianidad. La vida de esta persona había sido un conflicto entre lo masculino y lo femenino, entre el día y la noche, entre la naturaleza del cuerpo y la naturaleza del alma. Pero la prisión corpórea había sido destruida. Ahora era solamente una de las dos mitades la que gobernaba, y sí. Fue la femenina. El carro baja el vidrio, y deja ver el rostro de un chico blanco de liso cabello negro, con algo de marcas en las mejillas y mirada achinada. El personaje de la minifalda no vacila para preguntar:

-¡Mi amor!

-¿Que e’ lo que e’ , mami? ¿Cuánto cobras la hora?

-No cobro por hora, cobro por trabajo.

-¿Dale mami, cuánto e?

-600 por un show, ¿fuego?

-Dale, pues.

Ivana se montó en el vehículo, y, como el escritor de esta novela es asexual, prefiero obviar la escena y suponer que ustedes saben lo que pasó en ese carro entre la ‘chica’ y Luis. La dama de la noche se iba a bajar, y dice:

-Quiero mis reales.

-Chama, discúlpame, pero no cargo plata…

Nuestra protagonista hubiera preferido escuchar la muerte de su madre antes que oírle a un cliente que no tenía plata. Eso es como ir a un quiosco de cachapas y que vayas a irte en la moto al momento de pagar. Hay algunos cocineros que te hacen pagar de una manera u otra. La chama era como esos cocineros. Se sacó un chuzo de las pantaletas, al mejor estilo de El Rodeo I y le grita amenazante al Chino:

-¿Cómo que no? ¿Mataste el tigre y le tienes miedo al cuero? Tú no te vas de aquí sin pagarme o te rajo la cara, sucio…

-Está bien, está bien, llévate tu plata vale, a ti no cualquiera te monta en la olla, negrota…-mientras la manoseaba y le daba el dinero, metiéndoselo sensualmente en el borde del sostén. La ‘chica’ le metió un manotazo.

-¡Qué me sueltes! Con mala paga, ni a la esquina!

Pero esto ya es pasado. Ubiquémonos en el presente. Ángela se encuentra en la comisaría del Ramón García de Sena desde la noche anterior. La policía Barranco la está interrogando:

-¡Confiesa Marcano, has cometido un crimen horrible!

-Que no recuerdo, por favor, suéltenme ya, dejé un yogur fermentando en el techo de mi casa…

La desesperación se apoderaba de la pobre Ángela, que en serio decía la verdad. Su mente se nublaba al tratar de pensar en lo acontecido la última noche. Y una pea no podía ser, porque la chica no tomaba.

-Marcano, fuiste capturada in fraganti, ¡así que tu detención ha de ser inmediata!

-Por favor, no, vale, estudio informática, estoy a cargo de un grupo en mi iglesia y cocino sabroso…

-Lo pensaremos al asignarte a una labor en la cárcel…

-¿Cárcel? ¡No he hecho nada, por favor, suéltenme!

No le hicieron mucho caso a la pobre Ángela, sino que fue agarrada por 2 policías y llevada hasta una celda en la misma comisaría, donde le pasaron llave, la empujaron y le metieron mano antes de irse.

La celda en la que se encontraba era una auténtica pocilga. Los cuarticos económicos de La Viñeta eran mejores que esa recámara. Había varias cucarachas muertas en una esquina, y una poceta salpicada estaba dispuesta al lado de un espejo de reflejo turbio, como la gestión de los recursos de la Gobernación de Isea. En una delicada cajita rosada con magnolias estampadas, se encontraba un manojo de tusas, al lado de un letrero que decía: “No ay papel en el Solidario”.

-“Dios santo, ayúdame, por favor…”-musitó Ángela, mientras sus ojos se humedecían ante la inmundicia en la que le correspondería vivir por indefinido tiempo, tratando de acomodarse en el desgastado colchón de su celda. Un pasado ha sido relatado, un presente, pero… ¿Habrá futuro?

¿Cómo Ángela terminó en la cárcel?
¿Quién será la "chica" de La Fontana?
¿Cuándo será que va a llegar el papel higiénico al Solidario?

¡Las expectativas se multiplican a medida que el capítulo 9 se ve llegar!

Cuando Las Pantaletas Se Sequen - Vestigio VII: Sacrilegio

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I. Fotogramas
II. Naturaleza Muerta
III. Canto de Sirenas
IV. La Rosa Deshojada
V. ¿Más Allá? ¡No, Aquí y Ahora!
VI. Hermosa, Pero Con Espinas

La narración da un brinco en el tiempo al inicio de todo. La pesadilla empezó dentro de los muros de un orfanato de monjas. Dos niños cambiaron su destino para siempre por culpa de la fatalidad. 


La vida no es justa. Hay personas que poseen demasiado, unos tienen mucho, algunos más tienen poco, otros no tienen nada, y yo tengo a Anderson como compañero de proyecto. Pero siempre están esos, los más desamparados: los niños. No todos tenemos el derecho a una niñez feliz (y si no, pregúntenselo a los mentepollos que se la pasan por la UPTA, a esos sí se les nota a millas que no tuvieron infancia).

El caso es que los dos niños que tocamos en esta historia, no fueron los afortunados. Los padres de él, lo dejaron abandonado en el hospital apenas nació. El argumento, carecían de dinero para su manutención (desgraciados, pero sí hay real pa’ la caña y las prepago los 15 y último, ¿No?). La madre de ella, murió de una enfermedad venérea, que afortunadamente la hija no llegó a heredar porque se hizo tratamiento a tiempo. No pregunten por el progenitor de la muchachita, ese se fue hace mucho tiempo al enterarse de que la señora Amanda estaba embarazada, esperando una hembrita.

Fueron dejados a la puerta del orfanato de la Caridad del Cobre. Una buena enfermera, que se negó a practicar el aborto de los padres del niño, y que decidió encargarse de la niña, los tomó para sí. Pero el dinero ya no le daba para más (demasiado lo estiró la pobre, chamo.  ¿Saben lo que es vivir en La Victoria con lo que les pagan a las enfermeras del Benítez? ¡Eso no ha llegado al cajero y ya es dinero gastado!), así que a pesar del profundo cariño que desarrolló por los infantes, sabía que no se podía quedar con ellos, porque en vez de hacerles un bien, los iba a poner a pasar trabajo. Una señora con cara de no haber sentido lo que era un buen amante en toda su vida abre la puerta, y mira indolentemente a las criaturas. Sin embargo, al mirar sus pupilas, todo cambia. El dolor de los niños es percibido por la mujer de Dios, que al instante los acoge.

Estos bebés, crecen en belleza y sabiduría (bueno, solo ella, porque el niño era feíto y de paso brutico) a través de trece largos años desde aquella madrugada en la que fueron adoptados por la madre Casimira, la monja que les abrió las puertas a una nueva familia. La monja los crió con el mismo amor con el que una madre los hubiera criado. Los instruyó en religión, moral, letras y números durante toda su estadía hasta el momento. En una clase de lógica, la monja empieza a preguntar a sus criaturas:

-Niños, si yo tengo 5 paquetes de harina en una alacena, 2 paquetes más sobre la mesa de la cocina, y 1 paquete en una bolsa de supermercado ¿A la final qué tengo?

-Como mínimo, un mercalito en su casa…

-Mi niño, por favor, la respuesta no es esa, pero me gusta tu manera de pensar…

-Ay no profe, ¿pero me va a dar la nota?

-Hijo, no puedo darte nota si no me diste la respuesta correcta…

-¡Nojombre, vieja hipócrita, y luego nos dice que tenemos que dar a la gente más necesitada, yo necesito nota y usted no me la quiere dar!

-¡Suficiente! Al rincón…

-Maestra, la respuesta es 8 paquetes de harina.

-Correcto, mi niña.

Y los días pasaban así. La niña, preciosa e inteligente cada día más, el niño, bueno, mejor continuemos con la historia. Con el tiempo, el sacerdote enfermó y murió. Fue sustituido por uno nuevo, pero no tenía la dulce mirada del otro. Era, extraño. Una noche, la niña de esta historia iba a su alcoba de última, y el padre la llama a su oficina:

-Niña, sí, tú, hermosa criatura, ven para acá…

-¿Qué desea, padre Anselmo?

-Hija, ven a mí, escrito está: “Dejad que los niños se acerquen a mí, porque de ellos es el reino de los cielos”-contesta el hombre, mientras Jerly se acerca y empieza a tocarla.

-¿Qué pretende hacerme?

-Hija, ¿Sabes que la obediencia es el secreto para heredar el cielo?

-Sí, padre. Pero, ¿Por qué me mira así?

-Oye, ven para acá, no seas tímida…

-Padre, no quiero, si no me suelta, gritaré hasta que la madre Casimira se despierte…

-No tienes opción, has sido desechada por la vida: este es tu hogar, y yo soy tu autoridad puesta por Dios en la tierra: soy uno de los representantes de Cristo en el mundo, me tienes que obedecer y respetar como tal. ¿Entendido?

-Sí, pero no puedo hacer esto. Oiga, ¿qué hace? ¿Por qué me desabrocha el vestido?

Y es mejor no sumergirnos más profundamente en los recuerdos, que solamente alimentarían el morbo de las putrefactas almas que disfrutarían con tan aberrante sacrilegio cometido en el nombre de Jesús. Un nombre que significa salvación, siendo portado por un demonio como lo era ese hombre. Un salvador que, si estuviera en la Tierra en estos momentos en forma humana, lloraría lágrimas de profundo dolor al observar lo que han hecho con su Iglesia. Al terminar, la niña gimoteaba.

-¿Por qué lloras? ¡Has sido obediente! Estás muy cerca del reino de los  Cielos…

Esto no era ni siquiera un hombre. Este aberrado era un sacrilegio de ser humano. Lo peor: la niña se dio cuenta de que su amigo había visto todo, y el padre Anselmo también.

¿Quiénes serán estos niños?
¿Qué hará el Padre Anselmo ahora que vieron su crimen?
¿Cuándo le subirán el salario a los trabajadores del Benítez?

¡Capítulo 8 en camino!