viernes, 5 de julio de 2013

Cuando Las Pantaletas Se Sequen - Vestigio XIII: Lágrimas Bajo la Luz de la Luna

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I. Fotogramas
II. Naturaleza Muerta
III. Canto de Sirenas
IV. La Rosa Deshojada
V. ¿Más Allá? ¡No, Aquí y Ahora!
VI. Hermosa, Pero Con Espinas
VII. Sacrilegio
VIII. Pasado, Presente y... ¿Futuro?
IX. Solo Vienes, ¡Solo te vas!
X. Un Martini para el Infierno
XI. Perfección
XII. Trepadora

Elsy continúa luchando por su vida, en medio de una persecución sin tregua. Scarleth no puede seguir ocultando su trauma.


Cuando la desgracia toca a nuestra puerta, solemos escondernos en lo más profundo de nuestras casas, como cuando vienen los chamos de CORPOELEC a cobrar, pero aún así sabemos que nos van a cortar la luz. Scarleth trata de refugiarse de su propio dolor, aunque sabe que no puede. Una vez más lo ha intentado y no lo ha logrado. Llena de frustración, se sienta de un lado de la cama, cabizbaja y pensativa. Carlos se percata: algo no va bien con su novia.

-¿No has podido?

-Perdóname, Carlos, hoy no estoy dispuesta.

-¿Cómo que no, amor, pasa algo?

-Es que… bueno, tú sabes como nos ponemos las mujeres cuando…

-¡No, no es eso, tú me dijiste que te vino hace 5 días!

-No, no es…

Las fuerzas no le dieron para mucho más a la diva HOT. Desfalleció repentinamente en los brazos de Carlos, quien como pudo la llevó hasta el Barrio Adentro que quedaba en la bajada de su casa.

Por otro lado, Elsy seguía huyendo de su agresor. Las piernas casi llegaban a un colapso por la velocidad con la que corría, digna de un maratón. Ya iba por el Solidario. Iba a buscar ayuda donde su amiga Ivana. Los hombres de seguridad de la mansión Garnier detendrían con facilidad a ese asesino. Después de mucho esfuerzo, había conseguido darle un muy buen adelanto de camino al asesino, y estaba frente a la reja del hogar de la magnate. Tocó desesperadamente su puerta, gritando:

-¡Ivanita, es Elsy, por favor, ábreme!

No hubo respuesta de ningún tipo a las plegarias de la docente. El asesino estaba acercándose frenéticamente, no podía darse el lujo de quedarse quieta. Y lo peor de todo es que, rodeada de gente, nadie se atrevía a echarle una mano. Todos le tenían demasiado miedo al asesino como para atreverse a interceder. Nadie estaría capacitado para defenderla… ¡Eso! Llevaría al asesino hacia una trampa. Emprendió el retorno aparente a la universidad, como pudo. Sin embargo, cuando iba por la puerta, sigue de largo y continúa hasta la Guardia Nacional, pensando que ahí podrían ayudarla. Un hombre de mediana edad, calvo y con muy mala cara estaba en la entrada. Elsy, jadeando y desesperada, le suplica:

-¡Tiene que ayudarme! ¡Un criminal me está persiguiendo!

-¿Cuánto hay pa’ eso?

-¿Cómo? ¿Usted me va a cobrar a mí por hacer su deber?

-¡Ya sabes cómo funciona la cosa en este país mami, si no le sueltas a la matraca no hay justicia!

-¡No, vale, señor! ¡Me quedé limpia con lo del cambio de aceite del carro! ¡Te los pago más luego, pero aprehende a ese delincuente!

-Lo siento mucho, yo me quedé limpio ayer en el Época y necesito plata, que ya la mujer me está pidiendo para los pañales de los chamitos y las medicinas de la suegra… Y si no me vas a pagar, mejor échale pierna, que ya ese tipo, tipa o lo que sea viene por la esquina, caray, qué sombrero tan grande carga…

-No, por favor, no…

Y con todo el descaro del mundo, el Guardia Nacional le cierra el portón del cuartel a Elsy en la cara, mientras a la pobre no le queda de otra que emprender la huida nuevamente hacia el peaje, mientras casi la van agarrando. En la esquina, no le queda de otra que agarrar un taxi, al cual le ordena irse hasta Maracay. Cierran la puerta del Astra rojo, justo antes de que el asesino agarrase la manilla. Un rato más adelante:

-Señora, ¿me podría pagar de una vez?

-Ay chico, el cielo está como que bonito, ¿no?

-No tienes un centavo, ¿verdad?

-No, pero Dios te lo va a pagar-dice Elsy con una sonrisa en el rostro. Un momento Elsy estaba en el carro, y al otro estaba de patitas, en medio del monte de la carretera. Más adelante, En el hospital, finalmente Scarleth despertó.

-Al menos no te perdimos, mi amor.

-Carlos, no me siento bien…

-Ah, amor, él es el doctor que te atendió, se llama Alfredo T. Mata, y quiere hablar contigo a solas.

-Dale, rey. Hasta luego.

Scarleth se quedó viendo al doctor. De piel morena, contextura musculosa, y con acento claramente cubano. Por un momento pensó que la iban a ideologizar de una, pero el doctor puso cara seria y le preguntó quién le había hecho esa maldad.

-¿Cuál maldad?


-Sé que el haber sufrido una ablación de clítoris es motivo de vergüenza para las que la sufren, aunque si no hablas, será más difícil-El problema es que Scarleth no podía hablar, porque ese precisamente fue el motivo de su desgracia. Pero ya no podía seguir callando. Los únicos testigos de sus impotentes lágrimas fueron la Luna y el doctor, que con su silencio, comprendía.

¿Logrará Scarleth superar esta terrible experiencia?
¿Podrá Elsy salir de esta?
¿Fue este el capítulo más ilógico de toda la novela?

¡Otra alma es reclamada por el (la) asesin@ en el capítulo 14: Demasiado Inteligente Para Vivir!

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