viernes, 5 de julio de 2013

Cuando Las Pantaletas Se Sequen - Vestigio XI: Perfección

Capítulos Anteriores 
I. Fotogramas
II. Naturaleza Muerta
III. Canto de Sirenas
IV. La Rosa Deshojada
V. ¿Más Allá? ¡No, Aquí y Ahora!
VI. Hermosa, Pero Con Espinas
VII. Sacrilegio
VIII. Pasado, Presente y... ¿Futuro?
IX. Solo Vienes, ¡Solo te vas!
X. Un Martini para el Infierno

Una vez más, los estudiantes de Trayecto III logran agotar la paciencia de Elsy. Pero el destino quiere que hoy se caigan las máscaras. Jerly enfrenta su destino por sus faltas académicas.

-Muchachos, esfuércense por favor: ¿Para qué es esta línea de código?

Casi se escuchaba el grillito de las películas cuando Elsy repetía una y otra vez esta pregunta a los compañeros de Jerly. Era la tercera vez que lograba dejar en silencio a todo un salón de clases en la misma lección. Frustrada, salió del salón hasta el cafetín a tomarse un café.

¿Qué tanto era exigir un poco de perfección en sus estudiantes? Cavilaba en sus pensamientos mientras veía el humo brotar de su taza de café. En la negra superficie de la bebida, las dudas de Elsy se perdían mientras trataba de recordar lo que la motivaba a seguir dándole clases a esa cuerda de brutos de la Universidad. El amor a la profesión es una gran fuente de energías, que todos los días le proporciona a Elsy el valor y determinación que necesita para luchar por formar a los nuevos profesionales que trazarán el futuro del país y… ¿A quién engañamos? No hay más trabajo en La Victoria y no puede viajar a Maracay, así que por eso es que aguanta tanta tapadez.

Y hablando de tapadez… ¿No iba a haber ese día una inspección evaluativa de docentes? El café se lo tomó de un solo zampazo, para disponerse a correr hasta el laboratorio. Para cortar trecho, se fue por la malpodada grama del comedor. En una de esas, metió el pie en un hueco de tierra y se embarró hasta el alma con la… caquita de los perros de la Universidad. De paso se le ocurrió usar pantalones de vestir blancos ese día. Cuando creía que las cosas no podían estar peor, de la nada el aire empieza a oler a formol. Frenéticamente intentan agarrarla por la espalda, en un ataque cobarde.

-¿Qué? ¿Quién…?

Elsy trata instintivamente de voltear para ver a su agresor, pero no puede por el agarre que le tienen puesto. Lucha y forcejea, pero la persona es mucho más fuerte que ella.

-Mentalidad de programadora, Elsy, Mentalidad de programadora: si no es con los brazos, ¡es con los codos!-murmura en su mente la profesora más sensata de la Universidad, mientras le tira un solo codazo en la cara al secuestrador y le da el rostro. Una apariencia extraña se le figura: usa un sombrero de ala ancha de color negro, a juego con una gabardina que le cubre completamente. Usa unas botas Vikingo que le quedarían grandes hasta a un payaso, y ni el color de sus manos se aprecia, por los guantes de cabritilla que usa.  La persona está aturdida por el golpe, tratando de taparse el rostro y huir. Los lentes tukkis que tapaban su rostro están rotos y en el suelo.  Debe desaparecer de la escena urgentemente. Sin embargo, al fin los perros de la Universidad hacen algo productivo. El asesino se resbala con la misma travesura que pisoteó Elsy, pero cae de bruces boca arriba. Es inútil esconderse más. No era posible, ni congruente, ni siquiera lógico. ¿Cómo podía ser esa persona la mente criminal detrás de todos los asesinatos de la Universidad? Y aún más importante, ¿Por qué a Elsy?

-¿Tú?

Todo esto pasó en una fracción de segundo. Se había descuidado y lo sabía. Este error le saldría caro: Ya una persona sabía quién era, y disimular no iba a servir de nada. La muerte tenía que ser rápida y limpia. Para ello, es bueno cargar un arma de acción certera. El asesino se saca una daga de la pantimedia (OK, ¿qué clase de asesino usa pantimedias?) y trata de hundir la hoja en la humanidad de Elsy, que no será presa fácil, pues ha aprendido a moverse muy bien en las clases de salsa casino de Alfredo. Pero el espacio se cerca a medida que se aproximan al comedor, además, no había nadie a esa hora, y ante ese experimentado asesino, era mejor salir corriendo por un lado.

Los árboles parecían desplazarse rápidamenta hacia atrás, mientras la perspectiva del frente se acercaba más en sincronía a la carrera de Elsy y su perseguidor. Pero era la carrera de su vida. No podía perder. Quizás por la desesperación del momento, a la bella profesora no se le ocurrió ir hasta la caseta, o porque ni ella se aguanta al viejo Máximo, que estaba de turno en ese momento. Hasta la muerte era preferible a calarse un sermón de ese señor. Debía brincar por la cerca de la Universidad. Como fruto de la adrenalina, lo logró, dio un salto de fotografía que la dejó en la parte superior de una de las columnas del ya agrietado cemento que aún tiene las letras IUT del antiguo Tecnológico, que no desaparece ni de los letreros de las camioneticas de pasajeros. Logra bajarse justo antes de recibir el filo del puñal del asesino, que choca contra la pared. El destino de Elsy se quedará en veremos por ahora, porque el curso de esta historia se desplaza a Palo Negro, donde Jerly estaba con su madre, en el lavadero de la casa.  

-¿Castigada?

-Sí, no me gustó que rasparas proyecto, te estás descuidando mucho en los estudios, así que te voy a hacer saber hoy lo que es la vida sin estudiar, empezaremos por ayudarme a exprimir y guindar los blúmer en la cuerdita del patio.

-¿Cuándo, mamá, cuándo será el momento en el que podré vivir libremente para amar, para sufrir, para gozar…?

-¡Ah, no, Jerly, déjalo hasta sufrir, que yo no voy a aceptar que un día de estos me llegues con una barriga!

-Mamá, no me refería a eso. Estoy cansada de esta situación…

-Mija, yo también estoy cansada, pero no es mi culpa que los reales no nos alcancen para comprar la secadora que sacaron en el HiperJumbo, así que prepare esas manitas que no las ha querido usar ni para programar…

-¡Mami! Me estás evadiendo. Estoy cansada de que me trates como si fuera una niña chiquita, ya soy toda una mujer, y quiero saber: ¿Cuándo, cuándo llegará el día en el que tenga el control sobre mi vida, sobre mi destino y sobre mi corazón?


-Hija-dice la mamá de Jerly, sosteniéndola por el hombro y mirando fijamente hacia el horizonte a través de la ventana de la casa- Cuando las pantaletas se sequen.

¿Hablará Elsy de la identidad del (a) asesin@?
¿Logrará tan siquiera escapar?
¿Serán las pantaletas de Jerly de hilo o bota ancha?

¡No puedes dejar de leer el capítulo que viene!

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