viernes, 5 de julio de 2013

Cuando Las Pantaletas Se Sequen - Vestigio VIII: Pasado, Presente y... ¿Futuro?

Capítulos Anteriores 
I. Fotogramas
II. Naturaleza Muerta
III. Canto de Sirenas
IV. La Rosa Deshojada
V. ¿Más Allá? ¡No, Aquí y Ahora!
VI. Hermosa, Pero Con Espinas
VII. Sacrilegio

Un frío y oscuro pasado es narrado en esta parte. La vida nocturna no es fácil. Por otra parte, una inocente es condenada por las culpas de un alma sin escrúpulos. 


Otra jornada más. La brisita de la noche cala hasta tus huesos en la esquina del semáforo. Con un vestido de los tarantines del frente de la Plaza Campo Elías, más todavía. Y es que hay que echarle ganas para, con la cuerda de delincuentes que azotan las calles de La Victoria, pararse en medio de la oscuridad en espera de un pez que muerda el anzuelo de tus mal afeitadas piernas entaconadas y te haga sacrificarte para poder ganarte el pan de cada día (bueno, con las chicas de La Fontana, más bien sería el pan de cada noche). Sin embargo, a ellas les gustaba esta vida, si no les gustara, ¿No hubieran buscado hacer algo más decente con sus vidas que venderse como el video de Mario Silva?

Los pensamientos de la protagonista de este segmento son interrumpidos por un Corolla Azul. Es un chico fornido (o con sobrepeso, a la verdad, no se sabe la diferencia), con unos lentes que se veían hasta estúpidos ante la completa ausencia de luz solar del momento. A ella no le gustan los hombres tan voluminosos, que ella despectivamente califica como “gordos”, pero bueno, no le quedaba de otra. Tenía que pagar el alquiler del sofisticado penthouse que había logrado comprarse con la venta de sus cuerpos, que pasó de ser 2 veces a la semana, a tiempo completo durante sus noches.

¿Cómo es vivir media vida? Después de haber vivido una vida en el día y otra en la noche, resulta difícil adaptarse al ritmo de una sola cotidianidad. La vida de esta persona había sido un conflicto entre lo masculino y lo femenino, entre el día y la noche, entre la naturaleza del cuerpo y la naturaleza del alma. Pero la prisión corpórea había sido destruida. Ahora era solamente una de las dos mitades la que gobernaba, y sí. Fue la femenina. El carro baja el vidrio, y deja ver el rostro de un chico blanco de liso cabello negro, con algo de marcas en las mejillas y mirada achinada. El personaje de la minifalda no vacila para preguntar:

-¡Mi amor!

-¿Que e’ lo que e’ , mami? ¿Cuánto cobras la hora?

-No cobro por hora, cobro por trabajo.

-¿Dale mami, cuánto e?

-600 por un show, ¿fuego?

-Dale, pues.

Ivana se montó en el vehículo, y, como el escritor de esta novela es asexual, prefiero obviar la escena y suponer que ustedes saben lo que pasó en ese carro entre la ‘chica’ y Luis. La dama de la noche se iba a bajar, y dice:

-Quiero mis reales.

-Chama, discúlpame, pero no cargo plata…

Nuestra protagonista hubiera preferido escuchar la muerte de su madre antes que oírle a un cliente que no tenía plata. Eso es como ir a un quiosco de cachapas y que vayas a irte en la moto al momento de pagar. Hay algunos cocineros que te hacen pagar de una manera u otra. La chama era como esos cocineros. Se sacó un chuzo de las pantaletas, al mejor estilo de El Rodeo I y le grita amenazante al Chino:

-¿Cómo que no? ¿Mataste el tigre y le tienes miedo al cuero? Tú no te vas de aquí sin pagarme o te rajo la cara, sucio…

-Está bien, está bien, llévate tu plata vale, a ti no cualquiera te monta en la olla, negrota…-mientras la manoseaba y le daba el dinero, metiéndoselo sensualmente en el borde del sostén. La ‘chica’ le metió un manotazo.

-¡Qué me sueltes! Con mala paga, ni a la esquina!

Pero esto ya es pasado. Ubiquémonos en el presente. Ángela se encuentra en la comisaría del Ramón García de Sena desde la noche anterior. La policía Barranco la está interrogando:

-¡Confiesa Marcano, has cometido un crimen horrible!

-Que no recuerdo, por favor, suéltenme ya, dejé un yogur fermentando en el techo de mi casa…

La desesperación se apoderaba de la pobre Ángela, que en serio decía la verdad. Su mente se nublaba al tratar de pensar en lo acontecido la última noche. Y una pea no podía ser, porque la chica no tomaba.

-Marcano, fuiste capturada in fraganti, ¡así que tu detención ha de ser inmediata!

-Por favor, no, vale, estudio informática, estoy a cargo de un grupo en mi iglesia y cocino sabroso…

-Lo pensaremos al asignarte a una labor en la cárcel…

-¿Cárcel? ¡No he hecho nada, por favor, suéltenme!

No le hicieron mucho caso a la pobre Ángela, sino que fue agarrada por 2 policías y llevada hasta una celda en la misma comisaría, donde le pasaron llave, la empujaron y le metieron mano antes de irse.

La celda en la que se encontraba era una auténtica pocilga. Los cuarticos económicos de La Viñeta eran mejores que esa recámara. Había varias cucarachas muertas en una esquina, y una poceta salpicada estaba dispuesta al lado de un espejo de reflejo turbio, como la gestión de los recursos de la Gobernación de Isea. En una delicada cajita rosada con magnolias estampadas, se encontraba un manojo de tusas, al lado de un letrero que decía: “No ay papel en el Solidario”.

-“Dios santo, ayúdame, por favor…”-musitó Ángela, mientras sus ojos se humedecían ante la inmundicia en la que le correspondería vivir por indefinido tiempo, tratando de acomodarse en el desgastado colchón de su celda. Un pasado ha sido relatado, un presente, pero… ¿Habrá futuro?

¿Cómo Ángela terminó en la cárcel?
¿Quién será la "chica" de La Fontana?
¿Cuándo será que va a llegar el papel higiénico al Solidario?

¡Las expectativas se multiplican a medida que el capítulo 9 se ve llegar!

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