I. Fotogramas
II. Naturaleza Muerta
III. Canto de Sirenas
IV. La Rosa Deshojada
V. ¿Más Allá? ¡No, Aquí y Ahora!
VI. Hermosa, Pero Con Espinas
VII. Sacrilegio
Un frío y oscuro pasado es narrado en esta parte. La vida nocturna no es fácil. Por otra parte, una inocente es condenada por las culpas de un alma sin escrúpulos.
Otra jornada más. La brisita de
la noche cala hasta tus huesos en la esquina del semáforo. Con un vestido de
los tarantines del frente de la Plaza Campo Elías, más todavía. Y es que hay
que echarle ganas para, con la cuerda de delincuentes que azotan las calles de
La Victoria, pararse en medio de la oscuridad en espera de un pez que muerda el
anzuelo de tus mal afeitadas piernas entaconadas y te haga sacrificarte para
poder ganarte el pan de cada día (bueno, con las chicas de La Fontana, más bien
sería el pan de cada noche). Sin embargo, a ellas les gustaba esta vida, si no
les gustara, ¿No hubieran buscado hacer algo más decente con sus vidas que
venderse como el video de Mario Silva?
Los pensamientos de la
protagonista de este segmento son interrumpidos por un Corolla Azul. Es un
chico fornido (o con sobrepeso, a la verdad, no se sabe la diferencia), con
unos lentes que se veían hasta estúpidos ante la completa ausencia de luz solar
del momento. A ella no le gustan los hombres tan voluminosos, que ella
despectivamente califica como “gordos”, pero bueno, no le quedaba de otra.
Tenía que pagar el alquiler del sofisticado penthouse que había logrado
comprarse con la venta de sus cuerpos, que pasó de ser 2 veces a la semana, a
tiempo completo durante sus noches.
¿Cómo es vivir media vida?
Después de haber vivido una vida en el día y otra en la noche, resulta difícil
adaptarse al ritmo de una sola cotidianidad. La vida de esta persona había sido
un conflicto entre lo masculino y lo femenino, entre el día y la noche, entre
la naturaleza del cuerpo y la naturaleza del alma. Pero la prisión corpórea
había sido destruida. Ahora era solamente una de las dos mitades la que
gobernaba, y sí. Fue la femenina. El carro baja el vidrio, y deja ver el rostro
de un chico blanco de liso cabello negro, con algo de marcas en las mejillas y
mirada achinada. El personaje de la minifalda no vacila para preguntar:
-¡Mi amor!
-¿Que e’ lo que e’ , mami?
¿Cuánto cobras la hora?
-No cobro por hora, cobro por
trabajo.
-¿Dale mami, cuánto e?
-600 por un show, ¿fuego?
-Dale, pues.
Ivana se montó en el vehículo, y,
como el escritor de esta novela es asexual, prefiero obviar la escena y suponer
que ustedes saben lo que pasó en ese carro entre la ‘chica’ y Luis. La dama de
la noche se iba a bajar, y dice:
-Quiero mis reales.
-Chama, discúlpame, pero no cargo
plata…
Nuestra protagonista hubiera
preferido escuchar la muerte de su madre antes que oírle a un cliente que no
tenía plata. Eso es como ir a un quiosco de cachapas y que vayas a irte en la
moto al momento de pagar. Hay algunos cocineros que te hacen pagar de una
manera u otra. La chama era como esos cocineros. Se sacó un chuzo de las
pantaletas, al mejor estilo de El Rodeo I y le grita amenazante al Chino:
-¿Cómo que no? ¿Mataste el tigre
y le tienes miedo al cuero? Tú no te vas de aquí sin pagarme o te rajo la cara,
sucio…
-Está bien, está bien, llévate tu
plata vale, a ti no cualquiera te monta en la olla, negrota…-mientras la
manoseaba y le daba el dinero, metiéndoselo sensualmente en el borde del
sostén. La ‘chica’ le metió un manotazo.
-¡Qué me sueltes! Con mala paga,
ni a la esquina!
Pero esto ya es pasado.
Ubiquémonos en el presente. Ángela se encuentra en la comisaría del Ramón
García de Sena desde la noche anterior. La policía Barranco la está
interrogando:
-¡Confiesa Marcano, has cometido
un crimen horrible!
-Que no recuerdo, por favor,
suéltenme ya, dejé un yogur fermentando en el techo de mi casa…
La desesperación se apoderaba de
la pobre Ángela, que en serio decía la verdad. Su mente se nublaba al tratar de
pensar en lo acontecido la última noche. Y una pea no podía ser, porque la
chica no tomaba.
-Marcano, fuiste capturada in
fraganti, ¡así que tu detención ha de ser inmediata!
-Por favor, no, vale, estudio
informática, estoy a cargo de un grupo en mi iglesia y cocino sabroso…
-Lo pensaremos al asignarte a una
labor en la cárcel…
-¿Cárcel? ¡No he hecho nada, por
favor, suéltenme!
No le hicieron mucho caso a la
pobre Ángela, sino que fue agarrada por 2 policías y llevada hasta una celda en
la misma comisaría, donde le pasaron llave, la empujaron y le metieron mano
antes de irse.
La celda en la que se encontraba
era una auténtica pocilga. Los cuarticos económicos de La Viñeta eran mejores
que esa recámara. Había varias cucarachas muertas en una esquina, y una poceta
salpicada estaba dispuesta al lado de un espejo de reflejo turbio, como la
gestión de los recursos de la Gobernación de Isea. En una delicada cajita
rosada con magnolias estampadas, se encontraba un manojo de tusas, al lado de
un letrero que decía: “No ay papel en el Solidario”.
-“Dios santo, ayúdame, por
favor…”-musitó Ángela, mientras sus ojos se humedecían ante la inmundicia en la
que le correspondería vivir por indefinido tiempo, tratando de acomodarse en el
desgastado colchón de su celda. Un pasado ha sido relatado, un presente, pero…
¿Habrá futuro?
¿Cómo Ángela terminó en la cárcel?
¿Quién será la "chica" de La Fontana?
¿Cuándo será que va a llegar el papel higiénico al Solidario?
¡Las expectativas se multiplican a medida que el capítulo 9 se ve llegar!
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